"Hay horas en la infancia, en las que todo niño es un ser asombroso, el ser que realiza el asombro de ser. Descubrimos así en nosotros una infancia inmóvil, una infancia sin devenir, liberada del engranaje del almanaque"
G.Bachelard
Bachelard describía , en su "Poetica de la ensoñacion", de una manera tan certera, una condición del niñ@ y que penosamente para la mayoria de los adultos se nos escapa. Se esfuma. Como si nunca hubiera existido.
Es el abandono forzoso de esa estancia de verano llamada "infancia".
La misteriosa emanación de los objetos, que en un tiempo nos "hablaron" sin palabras , se evapora.
Una no sabe muy bien donde se ha ocultado aquella magia del descubrir, que era la magia del ver.
Tal vez siga donde siempre estuvo.
Tal vez no nos haya abandonado y sólo se ha ocultado, escondiendose de las sucesivas traiciones que nuestras obligaciones sociales y personales nos empujan a cometer.
Esa claridad mental que no necesitaba de más instrumentos que la percepción sin pensamientos, ni palabras y en la que todos los niños nos hemos sumergido, esa claridad, repito, es una de las joyas de la infancia que más echo de menos y a la que llamo lucidez.
Esa percepción de los objetos, de los gestos, de las personas, de los aconteceres, de los sonidos , en cierta intensidad al mirar....
El transcurrir del tiempo, sentido de una manera diferente, al igual que los espacios, inmensos e intemporales.
Los recuerdos de un verano, perfectamente enlazables con los recuerdos del siguiente, sin sufrir la menor extrañeza.
No se trataba de imaginar, pues imaginar es lo que tenemos que hacer los adultos para esforzarnos en recuperar trazos de sentimientos, tan vivos un día, que resulta desconcertante su ausencia en el naufragio que supone el crecer.
Por que crecer es naufragar, y es sobrevivir para llegar a una orilla, a tierra firme.
Afortunadamente no todo se pierde y existe en nosotros la huella de esa infancia sin edad y la vigencia de ese mirar especial que no pertenece únicamente al niño.
A través del recuerdo, el ensueño, lo utópico o lo poético, revivimos esa infancia, movilizamos al ser que realiza el asombro de ser.
¡Que alivio saber que la eterna infancia sigue alimentandose de las imágenes más presentes!
" There are hours in the infancy, in which every child is an amazing being, the being that realizes the astonishment of being. We discover this way in us an immobile infancy, an infancy without occurring, liberated of the gear assembly of the almanac " G.Bachelard
Bachelard was describing, in his " Poetic art of the dreaming ", of such an accurate way, a condition of the child and that painfully for the majority of the adults escapes from us. It fades away. As if it had never existed.
It is the necessary abandonment of this summer stay called "infancy".
The mysterious emanation of the objects, which in a time "spoke" to us without words, evaporates.
It is not known one very well where that magic has hidden of discovering, that was the magic of seeing.
Perhaps continue where it was always.
Perhaps it has not left us and only it has hidden, hiding from the successive treacheries that our social and personal obligations push us to commit.
This mental clarity that he needed from more instruments than the perception without thoughts, nor words and in which all the children we have submerged, this clarity, I repeat, it is one of the jewelry of the infancy that more I lack and to which I call lucidity.
This perception of the objects, of the gestures, of the persons, of the events, of the sounds, in certain intensity on having looked....
Passing of the time felt in a different way, as the spaces, timeless.
The summer memories, perfectly connectable with the memories of the following one, without suffering the minor surprise.
It was not a question of imagining, since to imagine it is what we have to do the adults for to strain in recovering lines of feelings, so alive one day, that his absence turns out to be disconcerting in the shipwreck that supposes growing.
For that growing is to sink, and it is to survive to come to a shore, to firm ground.
Fortunately not everything it loses and exists in us the trace of this infancy without age and the validity of that one to look specially that does not belong only to the child.
Across the memory, the daydream, the Utopian thing or the poetical thing, we re-live through this infancy, mobilize to the being that realizes the astonishment of being.
That I relieve to know that the eternal infancy keeps on feeding of the most present images!
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